La no-violencia (n-v). suele comprender ora el sistema determinado de conceptos morales que niegan la violencia, ora el movimiento de masas encabezado por el Mahatma Gandhi que se desarrolló en India en la primera parte del siglo XX, así como la lucha por los derechos civiles de los negros en los EE.UU. bajo la dirección de M. L. King y la actividad desarrollada por Kwame Nkrumah en Ghana. Pueden mencionarse también las intervenciones civiles de A. Solzhenitsin, A. Sakharov, S. Kovalev, y otros famosos disidentes, contra el totalitarismo soviético.La idea de la n-v. está expuesta en la Biblia y en escritos de otras religiones, en el llamamiento «no mates». Esta idea fue desarrollada por muchos pensadores y filósofos; los escritores rusos León Tolstoi y Fiodor Dostoievsky la formularon con gran profundidad. La fórmula de Tolstoi que promulga la supremacía del amor y el «no empleo de la violencia ante la maldad», en otras palabras la imposibilidad de luchar contra una maldad con otra, adquirió resonancia mundial, engendrando una secta singular de «tolstoistas».Mahatma Gandhi (1869-1948) formuló a su modo la ética de la n-v. basándose en el principio del ahimsa (rechazo a ejercer cualquier forma de violencia contra el individuo, la naturaleza, el insecto o la planta) y en la «ley del sufrimiento». Gandhi logró organizar la satiasgraja, movimiento anticolonial no-violento, aunando a muchos millones de personas. Éste se manifestó en la insubordinación civil masiva y prolongada a las autoridades inglesas, negándose a colaborar con las mismas, defendiendo su originalidad y libertad, pero sin recurrir a los métodos violentos. El pueblo llamó a Gandhi «Mahatma» (alma grande) por su valor e inflexibilidad en la acción sobre el principio de la n-v. El movimiento de la n-v. dispuso el terreno para que Gran Bretaña renunciara a su supremacía en India, aunque el propio Gandhi fue asesinado por un sicario. Lamentablemente, más tarde, el principio de ahimsa fue echado al olvido. El desarrollo político de India y Pakistán se vio teñido con tonos sangrientos de la más franca violencia.La lucha de M. L. King también concluyó sin triunfar, él también fue asesinado mientras hacia uso de la palabra en un mitin masivo.A pesar de todo, el concepto de la n-v., inclusive formas no-violentas de protesta, siguen vivas y desenvolviéndose en el mundo. Las intervenciones diarias y masivas de las capas bajas de trabajadores, mítines y manifestaciones de protesta, huelgas, movimientos femeninos y estudiantiles, manifestaciones campesinas, ediciones de hojas, volantes y periódicos, intervenciones por radio y T.V., todo eso constituye las formas de la ética y práctica de la n-v.El Nuevo Humanismo. se esfuerza en minimizar la violencia hasta el límite extremo, superarla completamente en perspectiva y encaminar todos los métodos y formas de resolver oposiciones y conflictos sobre los rieles de la n-v. creadora. Frecuentemente se ha homologado n-v. y pacifismo, cuando en realidad éste último no es un método de acción ni un estilo de vida sino una denuncia constante contra el armamentismo.
No Violencia Activa
Estrategia de lucha del Nuevo Humanismo consistente en la denuncia sistemática de todas las formas de violencia que ejerce el Sistema. También, táctica de lucha aplicada a situaciones puntuales en las que se verifica cualquier tipo de discriminación.
Pacifismo.
(del lat. pacem: paz). Principio moral y político que reconoce la vida humana como valor social y ético supremo y que ve en el mantenimiento de la paz entre los grupos étnicos, religiosos y sociales, entre las naciones y bloques de estados, su ideal supremo. Incluye el respeto de la dignidad de la persona humana, de los grupos y pueblos, y de los derechos humanos en general. Contribuye a la comprensión mutua de gentes de diferentes culturas y generaciones. Rechaza la desconfianza, el odio y la violencia.El pacifismo es una actitud de negación de la guerra y el armamentismo. Desde la Primera Guerra Mundial muchos tribunales, en distintas partes del mundo, han reconocido el derecho de objeción de conciencia eximiendo del servicio militar a pacifistas y miembros de confesiones religiosas que se oponen a las armas y los instrumentos bélicos. También los objetores de conciencia han promovido campañas mediante las cuales proponen que el porcentaje impositivo que se destina a la defensa, derive hacia la educación y la salud pública. Las ideas de desarme y desmilitarización han inspirado a numerosos movimientos antibélicos que, frecuentemente, no han logrado acuerdo por sus variadas concepciones de la realidad social y, a veces, por divergencias puntuales en la aplicación de sus tácticas de lucha. Los grupos pacifistas están hoy en condiciones de organizar frentes autónomos de base en relación con otros que propician el cambio social (* Frente de acción).
(del lat. violentiam: uso excesivo de la fuerza). Es el más simple, frecuente y eficaz modo para mantenerse el poder y la supremacía, para imponer la propia voluntad a otros, para usurpar el poder, la propiedad y aun las vidas ajenas. Según Marx, la v. es «partera de la historia», es decir: toda la historia de la humanidad, inclusive el progreso, resultan de la v., de las guerras, apropiaciones de las tierras, complots, homicidios, revoluciones, etc. Este autor afirma que todos los problemas importantes en la historia solían resolverse por la fuerza. La inteligencia, razones o reformas jugaban un papel subordinado. En este sentido Marx tiene razón; sin embargo, no la tiene en cuanto a absolutizar el papel de la v., negando las ventajas de la evolución sin v. Tampoco tiene razón justificando la v. con una finalidad noble (a pesar de que él mismo, muchas veces hizo reservas de que ninguna buena razón puede excusar los medios malvados para alcanzarla). Los violentistas de todo signo justifican la v. como medio para lograr resultados “buenos” o “útiles”. Ese enfoque es peligroso y equívoco, ya que lleva a la apología de la v. y al rechazo de los medios no violentos.
Se suele diferenciar la v. directa, individualizada (autoridad del padre sobre su hijo), y la indirecta (permutadora), «codificada» usualmente para las instituciones sociales y la política oficial (guerras, dominio del dictador, poder monopartidista, monopolio confesional); hay también violencias físicas, psicológicas, francas y enmascaradas. En la sociedad se ven otras gradaciones más precisas de la v.: a nivel de la familia, de la nación, de la política mundial, así como de la relación del ser humano con la naturaleza, con otras especies animales, etc. Observamos por todas partes unos o otros elementos, manifestaciones o estados de la v. que actúa para resolver problemas o alcanzar resultados deseados a costa de perjudicar y hacer sufrir a otro individuo. La v. no se orienta hacia un enemigo determinado (aunque también tiene lugar), sino a obtener ciertos resultados concretos y por eso se considera necesaria y útil. A menudo el que violenta cree que actúa de una manera justa. De aquí surge el concepto según el cual la v. se divide en «blanca» (justificada) y en «negra» (injustificada).
La v. es multifacética. En la mayoría de los casos se la estima como categoría ética, como un mal o un «mal menor». La v. ha penetrado en todos los aspectos de la vida: se manifiesta constante y cotidianamente en la economía (explotación del hombre por el hombre, coacción del Estado, dependencia material, discriminación del trabajo de la mujer, trabajo infantil, imposiciones injustas, etc.); en la política (el dominio de uno o varios partidos, el poder del jefe, el totalitarismo, la exclusión de los ciudadanos en la toma de decisiones, la guerra, la revolución, la lucha armada por el poder, etc.); en la ideología (implantación de criterios oficiales, prohibición del libre pensamiento, subordinación de los medios de comunicación, manipulación de la opinión pública, propaganda de conceptos de trasfondo violento y discriminador que resultan cómodos a la élite gobernante, etc.); en la religión (sometimiento de los intereses del individuo a los requerimientos clericales, control severo del pensamiento, prohibición de otras creencias y persecución de herejes); en la familia (explotación de la mujer, dictado sobre los hijos, etc.); en la enseñanza (autoritarismos de maestros, castigos corporales, prohibición de programas libres de enseñanza, etc.); en el ejército (voluntarismo de jefes, obediencia irreflexiva de soldados, castigos, etc.); en la cultura (censuras, exclusión de corrientes innovadoras, prohibición de editar obras, dictados de la burocracia, etc.).
Si analizamos la esfera de vida de la sociedad contemporánea, siempre chocamos con la v. que restringe nuestra libertad; por eso resulta prácticamente imposible determinar qué clase de prohibiciones y aplastamiento de nuestra voluntad son realmente racionales y útiles, y cuáles tienen un carácter afectado y antihumano. Una tarea especial de las fuerzas auténticamente humanistas consiste en superar los rasgos agresivos de la vida social: propiciar la armonía, la no-violencia, la tolerancia y el solidarismo.
Cuando se habla de v., generalmente se hace alusión a la v. física, por ser ésta la expresión más evidente de la agresión corporal. Otras formas como la v. económica, racial, religiosa, sexual, etc., en ocasiones pueden actuar ocultando su carácter y desembocando, en definitiva, en el avasallamiento de la intención y la libertad humanas. Cuando éstas se ponen de manifiesto, se ejercen también por coacción física. El correlato de toda forma de v. es la discriminación (*).
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